Ventajas del Renting Tecnológico para las Empresas
Todas las empresas, indistintamente de su tamaño o sector de actividad, necesitan equipos informáticos para funcionar. Ya sea un simple ordenador de sobremesa o un servidor, pasando por soluciones de conectividad, impresión o proyección, se trata de una de las partidas presupuestarias más importantes a la hora de fundar un nuevo negocio o de mantener con vida el actual.
El renting tecnológico supone la incorporación del equipamiento informático sin tenerlo en propiedad, firmando un contrato con un proveedor de servicios que es el verdadero dueño de los dispositivos, aunque existen modelos (leasing) en la que podremos comprar el equipamiento pasado un determinado plazo de tiempo. Esta opción sólo es idónea en dispositivos de un alto coste, en los que nos compense la adquisición por encima de la devaluación natural del equipo.
Adquirir ordenadores o servidores puede ser muy caro para una pyme que está comenzando. El renting tecnológico puede ser la respuesta para estos casos.
Dicho contrato incorpora un alquiler, que puede ser mensual, trimestral o anual, en el que se estipulará la fórmula de pago concreta, como el coste fijo o el pago por uso (muy extendido en soluciones cloud y en impresión), entre otras. En ese documento también se especificará a cargo de quién corre el mantenimiento y los suministros (como tóner de impresión) a lo largo del período de alquiler, normalmente asumido por el propio proveedor.
Ventajas fiscales y flexibilidad del renting
Además, el renting posee importantes ventajas fiscales para las compañías. Si bien la adquisición de bienes informáticos necesarios para el negocio son deducibles en la declaración del IVA, ésta se realiza en un único momento, el de la compra. Por el contrario, el alquiler de tecnología permite desgravar este impuesto en todos los trimestres de nuestra actividad, ayudando a cuadrar mejor las cuentas de forma prolongada.
Asimismo, una de las grandes ventajas del renting es que podemos adaptarnos de forma más flexible a nuestras necesidades particulares. Así, podremos firmar acuerdos de alquiler anuales o por plazos mayores y menores, incluso sólo para picos de trabajo puntuales, en función de lo que mejor nos convenga. Obviamente, los precios a pagar en los contratos de menor duración serán mayores que cuando nos comprometamos a un alquiler mayor, pero a cambio podremos desprendernos de este coste con una libertad prácticamente absoluta.
Y no sólo hablamos de flexibilidad a la hora de cancelar el alquiler de un dispositivo que ya no necesitamos, sino también de flexibilidad para actualizar y mejorar nuestro equipamiento informático. Y es que, mientras que al comprar un ordenador, servidor, etc. debemos contar con un amplio período de amortización antes de plantearnos cambiarlos, en el caso del alquiler podemos optar por exigir un nuevo portfolio de dispositivos al concluir el contrato o, simplemente, cambiar de proveedor a uno que nos ofrezca las soluciones de vanguardia que necesitamos.