
Las reacciones online
Esta obsesión nos empuja a crear más y más contenido persiguiendo una idea opaca de éxito social.
Para quienes no usan redes sociales podrá parecer una anécdota irrelevante, pero para millones de personas será una revolución en la forma en que consumen contenidos en Internet, donde los likes, y también los comentarios y las veces que es compartido el mensaje, son un lenguaje en sí mismo.
Nuestros me gusta no son inocentes.
Tienen intención y significado, van ligados a la necesidad humana de obtener una identidad y pertenecer al grupo. Al interactuar con un contenido buscamos varias cosas. La más importante es reconocimiento social. Es decir, “quiero demostrar que soy una persona informada que sigue medios internacionales” o “quiero que mis amigos y conocidos sepan que soy feminista”. Queremos construir una imagen pública que encaje con nuestros círculos y que nos proporcione una sensación de seguridad y cierta recompensa: más seguidores; que alguien que admiramos sepa de nuestra existencia; o un refuerzo positivo en forma de likes con la consiguiente descarga de dopamina.
En Internet también interactuamos con contenido porque queremos ser útiles. Esto explica que no siempre los contenidos con más interacciones coincidan con los más leídos. No leemos el 59% de los enlaces que distribuimos en Twitter, según un estudio de 2016 de Microsoft Research, el Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática de Francia (INRIA) y la Universidad de Columbia (EE UU).
El neuromarketing confirma, entre otras cosas, que en Internet actuamos rápido. Nuestra mirada se desplaza a toda velocidad desde la esquina izquierda superior de la pantalla hacia abajo y a la derecha, igual que cuando leemos
Hay otras técnicas para captar nuestra mirada en el escaparate infinito de Internet. Estamos condicionados para prestar atención a las caras humanas, especialmente cuando nos miran directamente (estudios de eyetracking detectaron que atraen nuestra mirada, sobre todo, los ojos y las bocas). Una investigación de 2014 del Instituto de Tecnología de Georgia (EE UU) concluyó que las imágenes de Instagram con rostros reciben, de media, un 38% más de
Con la sensación de urgencia a la que respondemos instintivamente juega una de las herramientas más poderosas: las notificaciones, a menudo en forma de punto rojo. Son baratas, y difíciles de desactivar en muchas aplicaciones.
Pero quizá haya un límite para esta avalancha de estímulos. Nuestros cerebros se están adaptando al uso constante del móvil y a las descargas de dopamina que sentimos con un me gusta o la respuesta a un mensaje.